lunes, 24 de diciembre de 2012

Segundo verano

Hace un año era algo redondito y curioso que se aferraba al barral de su cochecito para absorber el mundo con ojos redondos de quererlo todo y quererlo ya. Sentadas en el parque, una junto a la otra, mirábamos chicos de todas formas y tamaños jugar en el arenero, pelearse, desafiar, intentar, trepar, arrojar, compartir, esquivar; madres de todos los formatos controlar, ignorar, perseguir, permitir, negar, interceder, omitir. Pasamos días y semanas sentaditas frente al mundo, mirando.

Hace un año, las dos fuimos al colegio.

Hoy Olivia corre, sube, baja, trepa, grita, pide, presta, toma, obedece, desobedece, quiere y después no quiere y después quiere otra vez, llama, quiere la "hamaca difícil" (la de los grandes), el tobogán y "lalá pileta" (bailar el vals en la pileta). Presta y pierde el balde, trae y lleva arena del arenero a casa y de casa al arenero, extraña e ignora alternativamente a Sofí, Quiel (Ezequiel), Dinís (Denise), Juli, Mati, Lauti y Marce, pide atención y la niega.


Yo corro, cuido, ayudo, hago lugar, me relajo, permito, niego, habilito, intercedo y omito.


Las dos aprendimos a jugar.