El primero fue nadar con un bichito incomprensible entre
sábanas rojas, mirarnos las dos desconcertadas, descifrar cómo la vida y manos ajenas nos habían depositado acá, dejándonos
caer después de un ciclón, en esta cama, frente a esta ventana. Frío afuera
y adentro el rojo de las sábanas y de la lámpara. Calor, belleza,
revolución. Calor y caos, y afuera el hielo.