lunes, 24 de septiembre de 2012

Desconcierto


Llegar a casa después de algunas horas y encontrarme con esa suerte de bonsai de persona que no puedo entender a qué especie pertenece. Verla correr enloquecida al grito de “mamamamamá”, los  hoyuelos en su carita de torta color blanco Ucrania, los pasitos cortitos y agitados y los brazos hacia atrás como si fueran alitas. Ver cómo juega a esconderse en el pasillo para asustarme apareciendo de golpe al grito de ¡¡ñááááá!!... No hay caso. Un año y cuatro meses después, sigo sin entender muy bien de qué se trata esta maravilla. 

martes, 11 de septiembre de 2012

plaza


No sabía lo que eran la expectativa, el candor ni la emoción hasta que los conocí hoy en los ojos de Olivia frente a unas nenas más grandes que tal vez, tal vez le prestaban un poquito de atención.



viernes, 7 de septiembre de 2012

Rutina laboral


Lunes: me quedo a trabajar en casa, encerrada en el dormitorio (el ínfimo estudio cruza de cuarto del hijo de mi marido con estudio musical lleno de instrumentos con depósito de cajas y papeles, libros, y carpetas, no es una opción). Cada 20/25 minutos al otro lado de la puerta se escucha “mamá”. Todas las veces contesto y le pido a Angie que le abra (no voy a dejarle la puerta cerrada en la cara a mi propia hija, Dios no permita), Olivia entra corriendo, me pide upa, manotea la notebook invocando a la “abui” (la abuela, mi madre, que la deja tocar el mouse, golpear el teclado y básicamente reventar su computadora), me pide teta, camina por toda la cama y finalmente Angie tiene que sacarla casi llorando. Veinte minutos después, al otro lado de la puerta, vuelve a oírse: “mamá”… Y así. 
Angie: “y sí, ella está tranquila, pero como sabe que estás acá, viste…”

Martes: me voy a trabajar al bar. Al mediodía siento hambre, culpa y nostalgia. Vuelvo justo cuando Olivia estaba sentada en su sillita a punto de comer. Olivia me ve y enloquece, no sabemos si de júbilo o de locura nomás, me tira los bracitos, pide teta, Angie le interesa menos que nada y la comida menos que Angie. La escena termina en llanto, teta y Olivia que no come. 
Angie: “siempre come bárbaro, pero como llegaste justo…”

Miércoles: desde el bar, le mando un mensajito a Angie: “avisame cuando terminó de comer y voy”. Respuesta: “ella come a la una”. Espeeero… espeeero… me muero de hambre y de ganas de ver a Olivia, pero sé que tendré que seguir trabajando cuando llegue así que mejor no irritar los ánimos. A las dos de la tarde pienso que fue tiempo suficiente, vuelvo a casa. Entro. Silencio y vacío. La puerta del cuarto de Olivia cerrada. Sigilosamente dejo mis cosas y pretendo servirme el almuerzo cuando aparece Angie desde el cuarto seguida de Olivia que viene al grito de “mamáááá”. ¿No estaba durmiendo? 
Angie: “estaba justo justo por dormir, pero te escuchó la llave en la puerta y ya no se durmió”.

Jueves: Desde el bar, le mando mensaje a Angie: “avisame cuando ya se haya dormido”. 
Angie: “la acabás de despertar con el mensaje”.

Viernes: Me quedo en casa todo el día y me importa un choto si Angie se las ve negras para que yo pueda trabajar, Olivia coma, duerma la siesta y baile el vals. Por suerte mañana es sábado y desde las siete de la mañana que me ocupo yo. 

jueves, 6 de septiembre de 2012

Mientras yo trabajo encerrada en el cuarto

Padre de Olivia: La verdad, hijita, ¿querés saber la verdad?
Olivia: ...
Padre de Olivia: La verdad es que Osías es un osito hinchapelotas.
Olivia: Uh...